De la curiosidad infantil a la inteligencia artificial: mis primeras veces en informática

Mi aventura en la informática comenzó en los años ochenta, en un pequeño pueblo llamado Casanay. Entonces era un niño de primaria que jamás había visto una computadora. Solo escuchaba a mi compañero de clases Melecio hablar de un curso donde le enseñaban qué era una computadora y hasta los virus informáticos – ¡no entendía cómo una máquina podía tener un virus! Esta curiosidad inocente sembró una chispa. Con los años, esa primera fascinación me llevaría a estudiar Ingeniería en Sistemas y a dedicar mi vida a la programación, la seguridad informática y hoy en día, a la inteligencia artificial.

Infancia curiosa

En el lugar donde crecí, había muy pocas computadoras. Sin embargo, la idea de esos extraños equipos digitales me atraía enormemente. Leí un libro sobre carreras universitarias y quedé fascinado con la de Ingeniería en Sistemas; supe entonces que quería seguir ese camino. Aún sin recursos para la universidad, mis primeros contactos reales con una PC vinieron desde muy joven: trabajando como mensajero interno en la empresa La Electricidad de Caracas. Me escabullía en la oficina de la secretaria y jugueteaba con el sistema que tenía abierto. Era una PC vieja con Microsoft Windows para Trabajo en Grupo y MS-DOS, corriendo el procesador de textos WordPerfect 5.1. Casi sin darme cuenta, estaba practicando con un sistema operativo y aprendiendo a moverme en un entorno que entonces me resultaba mágico.

Primeros estudios e inicios formativos

En la primera mitad de los noventa ingresé a estudiar computación en la “Academia Americana”. Allí, aunque aún no tenía mi propia PC, hice un curso de programación básica. Aprendí a usar MS-DOS, a escribir código en BASIC y su compilador. También conocí herramientas emblemáticas de la época como Lotus 1-2-3 y dBase Plus III. Estas primeras clases me enseñaron conceptos fundamentales de informática y me llenaron de entusiasmo por aprender más.

Terminada mi etapa en la academia, continué mejorando mis habilidades por cuenta propia. Armé mi primera computadora comprando piezas en el mercado de pulgas y leyendo revistas de informática (como ArrobaPC MagazineBYTE Venezuela). Con mi nueva PC, empecé a practicar con ejemplos reales: por ejemplo, tomé el código fuente del juego Gorillas (escrito en QBasic) que venía incluido con el MS-DOS. Compré un libro sobre QBasic y experimenté cambiando parámetros del juego para aprender a programar de forma divertida. Incluso creé mis propios proyectos: un pequeño sintetizador musical que usaba el teclado como piano, y un “mapa mundi” interactivo con países y capitales guiándome por el Almanaque Mundial. Cada experimento me enseñaba algo nuevo de programación y me confirmaba que quería dedicarme al desarrollo de software.

Educación formal y desarrollo profesional

Más adelante, en los años 2000 estudié Ingeniería Informática en el Colegio Universitario de Caracas. Fue durante la universidad cuando viví mi primera “incursión” en el mundo del hacking ético. Un día, leyendo la revista Arroba, vi que venía un curso de Hacking con algunos ejemplos prácticos. Sin mala intención, me puse a practicar: exploré la biblioteca virtual de la Universidad Metropolitana e, inesperadamente, accedí a recursos que sólo deberían estar disponibles con credenciales institucionales. No busqué causar daño, sino entender cómo funcionaba la seguridad de sistemas reales. Aquella experiencia me enseñó lo difícil que es proteger por completo un sistema y me sensibilizó sobre la importancia de la seguridad informática. Entendí que el hacking puede servir para reforzar sistemas, siempre con ética y responsabilidad.

Durante los estudios universitarios también aprendí lenguajes y tecnologías clave de la época. Por ejemplo, me formé en programación web con PHP y bases de datos MySQL. Gracias a esto, pude crear mi primer proyecto profesional: un sistema de logística para una empresa de autopartes. Desarrollé la aplicación en PHP, usando MySQL como gestor de datos. Ese reto fue crucial: por primera vez entregué un producto real a un cliente, resolviendo un problema concreto de negocio. También empecé a trabajar como desarrollador de software en diferentes empresas y proyectos – desde el Estado hasta pymes – y aprendí que el desarrollo de software va más allá de programar: implica también análisis, implementación de infraestructura y trabajo en equipo.

Hacking ético y crecimiento personal

Mi paso por el hacking ético marcó una etapa clave. Aprendí que los “hackers buenos” buscan descubrir vulnerabilidades para mejorar la seguridad. Esa mentalidad de curiosidad responsable me llevó a profundizar en áreas como la ciberseguridad y las redes. Con el tiempo, trabajé en proyectos de infraestructura tecnológica y soluciones de TI más complejas, aplicando los valores de la ética hacker: compartir conocimiento, pasión por aprender y mejorar los sistemas para todos.

Actualidad: inteligencia artificial y automatización

Hoy, miro atrás y veo un largo camino recorrido desde esos primeros días de curiosidad. Me encuentro fascinado con la inteligencia artificial (IA) y las automatizaciones que está trayendo. El universo de la IA y el machine learning crece tan rápido que siento, otra vez, esa emoción infantil por descubrir algo nuevo. Comprendo que nunca dejaremos de aprender: cuando dominamos una tecnología aparece otra que la supera. Pero esa es la esencia del mundo tecnológico. Hoy animo a los jóvenes y colegas a que aprovechen el cambio: aprendan constantemente, automaticen tareas repetitivas y perfecciónense en lo que hacen. Como profesional, sé que “no es suficiente el tiempo dedicado al estudio de una tecnología; para cuando la comprendemos hay nueva información que la releva”.

Conclusión inspiradora

Mis primeras experiencias – desde mi amigable encuentro con MS-DOS, pasando por el juego Gorillas en QBasic, hasta mi primer sistema en PHP y MySQL – fueron solo el inicio de un viaje de aprendizaje constante. Lo mejor de todo es que el mundo IT siempre avanza, obligándonos a adaptarnos. Los avances tecnológicos nos superarán siempre, es cierto, pero cada reto es una oportunidad para crecer. Si alguna vez te has sentido abrumado por la velocidad del cambio, no te preocupes: enfócate en mejorar día a día, automatizar lo que puedas y dejar que tu trabajo hable por ti. En definitiva, la combinación de pasión personal y rigor profesional es la que construye carreras sólidas en informática. Así como me inspiró aquella primera charla sobre virus en los años 80, hoy tú puedes inspirar a otros con tus innovaciones. ¡No te detengas nunca y sigue explorando el fascinante mundo de la tecnología!

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